En los próximos dos post me gustaría hablaros de uno de mis proyectos personales de los que estoy más orgullosa… mi propio coro de góspel profesional. Pero el camino no ha sido sencillo y tiene mucha historia detrás, así que vamos a por ello.
La primera vez que fui consciente de que el gospel existía fue allá por el año 1992, cuando mi madre me regaló mi primer casette para mi cumpleaños. La banda sonora de una película, “El Guardaespaldas”, que contenía un par de canciones de este género. Aunque por aquel entonces solo tenía 12 años, ya llevaba más de un lustro escuchando música negra y estaba completamente enamorada de todo el Soul que había llegado a mi poder.
Pensar en la vida antes de Internet, hoy en día, parece como algo lejano e inexplicable para alguien de menos de 20 años, pero por aquel entonces, en la década de los 90, el acceso a la música, estaba mucho más limitado que ahora, por lo que cada cinta era escuchada y escuchada y escuchada, hasta que a veces, prácticamente se rompía.
Unos pocos meses más tarde, porque aunque las películas se estrenarán a la vez no llegaron a España al mismo tiempo, descubrí “Sister Act. Una monja de cuidado” y ahí se armó el belén. Me volví totalmente loca por esas señoras blancas vestidas de monja que cantaban como si fueran negras. Algo en mi se encendió, ya había experimentado en los conciertos, ya había tenido la ocasión de participar en ellos, había interpretado diferentes géneros musicales, pero por primera vez sentí algo nuevo, algo único, algo inexplicable, bueno, en realidad, sí que se puede contextualizar, sin que nadie se sienta ofendido, podríamos decir que tuve una revelación de fe.
Mi familia no es especialmente religiosa, Por lo que no existían conversaciones sobre Dios o las creencias religiosas, como puede suceder en otros hogares.
El cd se hizo presente de repente y con él recopilatorios de gospel y espirituales.
Cada vez que escuchaba esas voces profundas, redondas, llenas de espíritu, algo se removía dentro de mí. No sabía cómo llamarlo ni tampoco quería compartirlo con los demás, era algo muy personal. De cara a la galería solo decía: me encanta el Gospel.
Así llegamos a mi primer taller de gospel, algo que recuerdo vagamente y borroso en mi memoria, ya que fue una profesora venida de Francia que impartió un taller a varias personas, de las que solo recuerdo a un compañero… ni siquiera recuerdo el repertorio que interpretamos, sólo que ella nos dio un taller de góspel y luego dio un concierto con las canciones de Falla.
A los pocos meses, en la coral a la que pertenecía, obtuve mi primer solo, cómo no, un espiritual, Old Man River….
Sigo escuchando a los clásicos y de repente aparece una tocaya en Estados Unidos, con mi misma edad, con una capacidad compositiva increíble y que aglutinaba todo lo que a mí me gustaba de la música gospel en un renovado R&B, y gracias a Alicia Keys, durante una temporada, me volví más de R&B que de gospel.
Ya estando en la universidad, tengo la oportunidad de asistir a talleres de la escuela de gospel de Barcelona, supuso un antes y un después para mí estar en una sala con un grupo muy numeroso de personas cantando lo que más me gustaba en el mundo. Tras esos talleres, decido que ya es hora de trasladar ese proyecto a Zaragoza, con apenas 17 años lo intenté, hablé con un amigo de la universidad y pusimos un anuncio en el periódico. Llegamos a ensayar una vez, y estuvimos un total de cinco personas. Fracaso estrepitoso. No era el lugar ni el momento, Pero todo llegaría.
La idea siguió dando vueltas en mi cabeza, Y gracias a los primeros años de Internet, tuve acceso a grabaciones de formaciones europeas, donde descubrí una manera diferente de trabajar a lo que yo estaba acostumbrada en España. Eso me hizo decidirme aún más en la búsqueda de ese objetivo, de encontrar la manera de trasladar el gospel que a mí me gustaba a una agrupación en Zaragoza.
Y así llegamos a 2002… continuaremos esta historia en el siguiente post…
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